Apenas unos meses después de haber aparecido en China la epidemia de la COVID-19 (diciembre de 2019),  la máxima dirección del país exhortó a los científicos cubanos a trabajar fuerte para tener soberanía en la creación de nuestras propias vacunas.

Se trataba, sin duda, del más grande reto enfrentado por la comunidad de investigadores de la Mayor de las Antillas, que aunó esfuerzos, creatividad, talento, perseverancia y consagración en el logro de tan anhelado objetivo.

Hoy, dicho empeño integrador muestra sus frutos con la existencia de cinco candidatos vacunales, lo cual convierte a Cuba en el país de Latinoamérica y el Caribe con mayor avance en el tema, además de ponerlo en condiciones de inmunizar a su población antes de finalizar 2021.

Como refiere a Granma el doctor en Ciencias Eduardo Martínez Díaz, presidente del grupo empresarial de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica (BioCubaFarma), la estrategia cubana de desarrollo de vacunas contra la COVID-19 se inspiró, desde el inicio, en la convicción del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz de que sí se puede, en el desafío lanzado por el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de tratar de tenerlas en el menor tiempo posible, y en la capacidad de lucha y victoria de nuestro pueblo.

«La misma ha estado basada en cuatro pilares fundamentales: el alto nivel alcanzado por la Industria Biofarmacéutica, con gran experiencia en la investigación y producción de vacunas; la fortaleza del sistema nacional de Salud Pública, disponer de científicos y tecnólogos experimentados, comprometidos con la Patria y la Revolución, y la unidad e integración que han caracterizado a todo el proceso».

Concebida en equipo, la estrategia fue conciliada con el Ministerio de Salud Pública y acompañada por las más altas autoridades del Estado y del Partido. Tuvo, como paso inicial, la convocatoria a las instituciones que atesoran larga

experiencia en la producción de vacunas, principalmente el Instituto Finlay de Vacunas y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, precisó el doctor Martínez Díaz.

«Adoptamos un sistema de trabajo donde, de forma sistemática, el personal involucrado compartía ideas, se socializaban los conocimientos adquiridos de las informaciones públicas y las experiencias propias, todo en el marco del Consejo Científico de BioCubaFarma, y articulado con el Grupo Técnico Nacional para la lucha contra la COVID-19».

Vacunas cubanas despliegan titulares a nivel mundial (+Video)

En un inicio, aseveró, llegamos a tener en ideas y diseños más de 40 posibles variantes de candidatos vacunales, a partir de que se concibieron diferentes antígenos con distintas fuentes de obtención y diversas formulaciones.

Sin excepción, la totalidad de ellos estaba basada en plataformas tecnológicas presentes en nuestras instituciones, puntualizó el Presidente de BioCubaFarma.

«Tras culminar los análisis teóricos y las evaluaciones de los resultados prácticos observados, fuimos reduciendo la relación y concentrando los esfuerzos en aquellas más viables. Definimos que el antígeno para utilizar en nuestras vacunas sería el Dominio de Unión al Receptor (rbd, por su sigla en inglés) de la proteína de la superficie del virus (proteína s o espiga)».

Luego decidimos obtener el referido antígeno de dos fuentes diferentes (células de mamíferos y células de levaduras), y se diseñaron varias formulaciones, utilizando diferentes concentraciones del antígeno. Igualmente, concebimos también distintos esquemas de inmunización y dos rutas de administración, intramuscular y nasal, afirmó.

«Así surgieron nuestros cinco candidatos vacunales Soberana 01, Soberana 02, Soberana Plus, Abdala y Mambisa, que pasaron a ser evaluados en los estudios clínicos en humanos».

Hasta la fecha, los resultados son positivos, en particular en los casos de Soberana 02 (se encuentra en la fase iii de ensayo clínico) y Abdala, que esperamos pasen a la etapa final de evaluación en los próximos días. Ambos candidatos vacunales son muy seguros y solo han sido reportados eventos adversos leves, al tiempo que inducen una elevada respuesta inmunológica, generando anticuerpos que neutralizan la entrada del virus a las células, precisó nuestro interlocutor.

Indicó que, a medida que se fueron perfilando las diferentes variantes de vacunas, se fueron estructurando los sistemas productivos de modo tal que, una vez demostrada la seguridad y eficacia, pudiéramos disponer de millones de dosis.